Acabo de dejar en su cama dormidita a un cerebrito que piensa que su papá es un príncipe, que canta canciones inconclusas, come fideos crudos mientras espera que se cocinen los de ella, que ama al chocolate y la gelatina, que le tiene miedo al lobo, que no aprendió a prestar sus juguetes pero sabe que ese día va a llegar, que disfruta mucho estando con sus abuelas, que piensa que su gatito se fue y sigue indagando acerca de como, dónde y porque.
Acabo de dejar dormidito a un coraoncito tiernito, sin grietas, sin desamores.
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3 comentarios:
Qué manera de enternecer, Ann.
Es un lindo respiro leer (y sentir) algo así.
debe ser muy lindo tener su cerebrito.
Gomen kudasai.
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